Guatemala, es considerado un País Megadiverso debido a su diversidad biológica y cultural; como parte de Mesoamérica, ocupa el segundo lugar de las regiones con mayor diversidad de especies y endemismo, ya que alberga alrededor del 7 al 10 por ciento de las formas de vida conocidas en el planeta (CONAP, 2009). Esto permitió que durante la Décima Conferencia de las Partes (COP-10) celebrada en la ciudad de Nagoya, Japón en el 2010, se incluyera a Guatemala dentro del Grupo de Países Megadiversos Afines de la Convención de Naciones Unidas sobre la Diversidad Biológica. Dicha distinción es importante dado que a nivel mundial solamente existen 20 países nombrados como Megadiversos; sin embargo, vale la pena recalcar que en el caso de Guatemala, esta diversidad también es cultural, ya que es un país plurilingüe, representado con 25 comunidades lingüísticas y diversas poblaciones indígenas y comunidades locales, que resguardan los conocimientos tradicionales asociados al uso sostenible de la diversidad biológica.
Uno de los indicadores más importantes para conocer el estado de conservación de especies dependientes de bosques en Guatemala ha sido la cobertura forestal del país. Tomando como base la información más actualizada, disponible en el Mapa de Cobertura Forestal 2016 y su Dinámica Forestal 2010-2016, se estima que la cobertura se ha reducido de un 33.9% en el año 2010, a un 33% para el año 2016, estimándose para el 2016 en 3,574,244 hectáreas. La mayor extensión de bosques se encuentra ubicada en el norte del país, en el departamento de Petén, la Franja Transversal del Norte, que abarca los departamentos de Huehuetenango, Quiché, Alta Verapaz, Sierra de las minas y toda la cadena volcánica del país, desde el departamento de San Marcos hasta la parte alta de Santa Rosa.
Según el tipo y subtipo de bosque, el que mayor superficie ocupa es, el bosque latifoliado con 21,754,534 ha equivalentes a 25.52% del territorio nacional (Tabla 5 y figura 11), representado principalmente en los departamentos de Petén, Alta Verapaz e Izabal. Los bosques de coníferas se encuentran principalmente en los departamentos de Quiché (58,090 ha) y Huehuetenango (47,608 ha). Los bosques mixtos (4.84%), la mayor superficie se encuentra en los departamentos de Huehuetenango y Quiché. Entre los tipos de bosque con menos cobertura en el país están: los humedales con bosque siendo solo 7,405 ha (0.07%) y el bosque de mangle con 25,089 ha (0.23%), siendo estos últimos los más amenazados.
Se han identificado al menos 8 regiones consideradas particularmente importantes y prioritarias para la conservación por el endemismo de especies que representan. Guatemala registra posiblemente más de 1,171 especies vegetales endémicas, cerca del 15% de endemismo respecto al total de especies reportadas (URL-IIA 2004). Se conoce también el alto endemismo en especies de anfibios, algunos reptiles, como los de género Abronia, así como aves y mamíferos, e incluso insectos. Hasta el 2018, se han reportado que la diversidad biológica del país, se compone de al menos 166 especies de anfibios, 248 reptiles, 744 aves, 1421 especies de peces óseos, 21 peces cartilaginosos (tiburones y rayas), más de 782 especies de hongos (incluyendo líquenes). El grupo más numeroso, que son los invertebrados, se ha calculado hasta el 2018 más de 5,612 especies, incluyendo solamente unos 15 órdenes en este conteo, entre los cuales los más diversos son los lepidópteros (1561, mariposas diurnas) y los coleópteros (más de 1700).
El Sistema Guatemalteco de Áreas Protegidas (SIGAP) sigue siendo el principal mecanismo de conservación in situ de la diversidad biológica, y se ha complementado con otros modelos de conservación y uso, como los corredores biológicos, las tierras comunales, los incentivos forestales, reservas privadas, huertos familiares, entre otras iniciativas a nivel local.
Actualmente el 30.91% del territorio nacional se encuentra bajo el régimen de área protegida con un total de 339 áreas protegidas nacionales, municipales y privadas, que ocupan un área de 3,468,476 hectáreas, según la actualización al año 2018 (Figura 13), distribuidas en seis categorías de manejo reconocidas internacionalmente (MARN, MAGA, INAB & CONAP, 2018). La cantidad de áreas protegidas ha aumentado en los últimos años, pero el área que ocupan ha disminuido. Al 2014, 31.06% del territorio nacional se encontraba dentro del SIGAP, haciendo un total de 322 áreas, cubriendo 3,484,198 ha.
Con respecto a la representación de la zona marino-costera dentro del SIGAP, actualmente se tienen 201,320.86 ha dentro del sistema, de las cuales 93.4 % está en 4 áreas del Caribe que cubren prácticamente todo el litoral (Reserva natural privada Tapon Creek, Zona de veda definitiva Bahía de Santo Tomás, Área de usos múltiples Río Sarstún y Refugio de Vida Silvestre Punta de Manabique). Mientras que el otro 6.6% de las áreas están en el pacífico (Área de usos múltiples Hawaii, Biotopo Monterrico, Parque nacional Sipacate Naranjo, Reserva natural privada La Chorrera Manchón Guamuchal y Reserva natural privada Puerto Viejo) (SENACYT; RA & PNUD, 2018).
Como parte del fortalecimiento al SIGAP, especialmente atendiendo al vacío de representatividad de zonas marino-costera (ZMC) en las áreas protegidas del pacífico, se ha generado una propuesta de 5 áreas protegidas en el pacífico de Guatemala, para las cuales se elaboraron sus respectivos estudios técnicos e iniciativas de ley presentadas al CONAP para su análisis y consideración. esto representaría un incremento de 293,202 ha al sistema (MARN, PNUD & CONAP, 2018). En la actualidad, el CONAP realiza esfuerzos para el seguimiento a la declaratoria de estos espacios marino costeros como áreas de protección y uso sostenible. En el estudio de caso 3 del Sexto Informe Nacional, se presenta el proceso de diseño de una de las áreas marino costeras propuestas.
La diversidad biológica del país también es de importancia para seguridad alimentaria y una fuente de recursos genéticos a nivel global. Guatemala forma parte de uno de los 8 centros de domesticación de plantas cultivadas a nivel mundial. Algunos de los géneros vegetales más importantes que se distribuyen dentro del territorio nacional son: Zea, Phaseolus, Cucurbita, Capsicum, Manihot, Persea, Lycopersicum y Solanum (CONAP, FAO y MAGA, s.f.). En el SIGAP aún no se han definido áreas protegidas bajo un enfoque de conservación de estos recursos genéticos, como parientes silvestres de plantas cultivadas. Sin embargo, si se han identificado áreas con alta diversidad en cuanto a parientes silvestres, lo cual está ayudando a guiar la selección de nuevas áreas de conservación que incluyan este componente importante de la agrobiodiversidad.
Las tierras comunales dirigidas a la conservación, y la mayor parte se ubican en las regiones indígenas y de comunidades locales. Ocupan un total de 1,307 casos de tierras con una extensión de 1,577,129 hectáreas en todo el país, lo que corresponde al 14% de la superficie de este (Grupo Promotor de Tierras Comunales, 2009). Las tierras comunales se encuentran presentes en todo el país, identificándose el mayor número de casos en los Departamentos de Alta Verapaz, San Marcos, Huehuetenango, Chiquimula, Quetzaltenango, Totonicapán, Quiché, Baja Verapaz y Sacatepéquez. En dichas áreas se han mantenido esquemas de gestión comunitarios altamente influenciados por las formas de organización históricas y tradicionales, y los marcos regulatorios informales de los pueblos indígenas y las comunidades locales, lo que ha dado lugar a extensiones de tierras con áreas boscosas que no necesariamente están enmarcados dentro del SIGAP (GCI, 2018) (CONAP, 2009). Las tierras comunales coinciden con las áreas de cobertura boscosa, con las cuencas hidrográficas, dentro y fuera de áreas protegidas, y con los vacíos de representatividad de áreas protegidas y corredores biológicos. Demostrando con ello su importancia para los esfuerzos de manejo y conservación de la biodiversidad y los recursos naturales con estos valiosos mecanismos de conservación (Grupo Promotor de Tierras Comunales, 2009).
Como ejemplo del uso sostenible de los recursos forestales, se encuentran las concesiones forestales, presentes en la Reserva de Biosfera Maya (RBM) ubicada en el departamento de Petén. Solamente para el período 2003 a 2010 un total de 163,000 m3 de maderas (caoba, cedro y otras especies comerciales) fueron aprovechadas como producto del manejo forestal, con un promedio de 20,000 m³ anuales aproximadamente. Las estimaciones del ingreso total anual en la RBM son de más de US$13,000,000 por la madera certificada. También se estima que las actividades de extracción y manejo de la madera y productos forestales no maderables generan al menos 3,000 empleos al año (CONAP, FAO y MAGA, s.f.). Ya para el año 2016 se autorizaron 108 permisos CITES de exportación de las especies caoba (Swietenia macrophylla King), cedro (Cedrela odorata L.) y rosul (Dalbergia stevensonii Standl). En total se exportaron 3,736.19 m³ de madera aserrada, equivalente a US$6,999 millones aproximadamente. Del volumen total, 88% es de caoba, 7% es cedro y 5 % es rosul. 16 empresas realizaron las exportaciones a 8 países diferentes. El principal país de destino de las exportaciones fue Estados Unidos (80.16%) seguido de República Dominicana (15.05%), y otros países 4.77% (CONAP, 2016a).
Con respecto a recursos hidrobiológicos, Guatemala cuenta con una gran diversidad tanto en aguas tropicales como sub-tropicales. Recientemente se ha estimado que los productos capturados o cultivados en territorio guatemalteco representan 78,127 toneladas métricas (tm) (DIPESCA, 2016; FAO, 2017, mencionado en (CONAP, FAO y MAGA, s.f.) La pesca continental se desarrolla principalmente en lagos, lagunas, ríos y esteros y, a diferencia de la pesca en la costa, ésta representa unas 4,959 toneladas métricas de captura la cual es de consumo local. Los recursos pesqueros más importantes explotados en el Océano Pacífico desde el punto de vista económico están constituidos por: a) especies demersáles tales como los camarones (Familia Penaeidae) y peces que componen su fauna de acompañamiento; b) pargos, cabrillas (Lutjanus sp. y Epinephelus sp. ) y, c) peces pelágicos oceánicos como los atunes (Thunnus sp. y Katsuwonus sp. ), dorado (Coryphaena hippurus Linnaeus, 1758) y tiburones (Carcharhinus sp., Nasolamia sp., Sphyrna sp. y Alopias sp.) (DIPESCA, 2016).
El turismo es otra práctica relacionada al uso y conservación de la diversidad biológica. El registro unificado de visitantes en áreas protegidas sintetiza el número de personas que visitan anualmente 16 áreas protegidas que son destinos populares, los datos presentan una tendencia al aumento de visitantes, hasta el 2017 se ha registrado mas de 800,000 visitantes, entre nacionales y extranjeros, solamente en las siguientes áreas: 1) Parque nacional Volcán Pacaya, 2) Área de Usos Múltiples Volcán y Laguna Ipala, 3) Biotopo Protegido El Zotz-San Miguel la Palotada, 4) Biotopo Protegido Cerro Cahuí, 5) Biotopo Protegido Mario Dary (del Quetzal), 6) Área de Usos Múltiples Monterrico, 7) Parque Nacional Tikal, 8) Parque Nacional Mirador Rio Azul 9) Monumento Cultural Aguateca, 10) Monumento Cultural Ceibal, 11) Monumento Cultural Iximché, 12) Parque Nacional Laguna Lachúa, 13) Monumento Cultural Quiriguá, 14) Parque Nacional Yaxhá-Nakum-Naranjo, 15) Monumento Natural Semuc Champey y 16) Monumento Cultural Takalik Abaj (CONAP, 2017b). Cabe mencionar que este último sitio, obtuvo el reconocimiento del Sello Q verde otorgado por Instituto Guatemalteco de Turismo (INGUAT) en el año 2018, lo cual lo convierte en el primer Parque Arqueológico Nacional certificado con un distintivo de calidad y sostenibilidad turística en Guatemala.
La Ley de fomento al establecimiento, recuperación, restauración, manejo, producción y protección de bosques en Guatemala, en su artículo 19, y en coordinación con gobiernos municipales, comunidades, organizaciones gubernamentales y no gubernamentales, se promueve el funcionamiento de mecanismos de compensación por servicios ecosistémicos y ambientales asociados a los bosques en algunas partes del país. Estos mecanismos consisten en arreglos voluntarios en donde los usuarios de servicios ambientales realizan aportes en efectivo o por actividades de campo, para la protección de los bosques que les proveen dicho servicio. Además de los mecanismos de compensación citados, en Guatemala se conoces algunos casos de diferentes iniciativas sobre Pago por Servicios Ambientales (PSA), especialmente enfocados al recurso hídrico.